viernes, 30 de octubre de 2020

 Leo, veo y revisito el trabajo de videodanza del que trata mi anterior texto publicado aquí. Han pasado ya tres años. Me leo y me sorprendo. Yo que lo tenía tan presente... no recordaba cuánto ha cambiado, no notaba cuánto he ido cambiando. Aprendiendo, transitando. Es increíble cómo seguimos siendo la que escribimos aquello hace años y sin embargo, ya no lo somos. 

Hoy, hace tres años, me estaba internando para operarme del teratoma mañana, luego de almorzar en una terraza con mis padres, mi suegra y mi pareja. Y en aquel momento tampoco se me escapaba el privilegio que era tener allí a mi mamá acompañándome, que viajara desde tan lejos para atestiguar mi dolor, aquel que sólo ella entre todos los presentes podía comprender. Trenta y seis años antes, mi nacimiento le había provocado un dolor igual. Cuánto alivio instantáneo pueden albergar unas simples palabras: “Yo sé.”  

miércoles, 14 de febrero de 2018

DanzaSombra: El viaje de un Amado Monstruo hacia una Danza del Corazón

Hace unos meses completé mi más reciente trabajo artístico, una vídeodanza llamada DanzaSombra. La misma comenzó a partir de un video que tomé de mi silueta en la pared nocturna de un recién estrenado espacio de trabajo y los movimientos que fueron surgiendo al ver mi sombra proyectada a contraluz del farol del patio. Danzando al son del silencio intermitente, interrumpido ocasionalmente por el ritmo lejano de una base de reggaetón en construcción, en su etapa más inicial, que mi compañera de vida, de hogar y de amor armaba por su parte, compartiendo, en ese momento sin saberlo, el mismo instante de creación y el mismo intento de apropiarnos de nuestro nuevo lugar, de habitarlo con nuestro Arte.

A ese hilo danzado improvisado en sombra proyectada y registrada se le sumaron, meses más tarde, intervenciones de colores, texturas, diferentes velocidades, cortes...  manipulaciones del material crudo y sugerencias compartidas por y con mi compañera, que me alentaba a aprovechar las posibilidades que me ofrecía la herramienta de edición para darle juego, vida y forma al embrión de video. A eso le siguió la música instrumental cinematográfica del hiperactivo Philip Glass.

Así permaneció durante años, aguardando llegar a ser parido, llegar a existir como algo en sí mismo, como Arte, como pieza ya creada. Así esperó varios años.

En la espera, llegó un día en que comenzó a manifestarse un nuevo fruto, diferente. En esta ocasión fue inesperado, no buscado. Fueron días raros e intensos los que se vivieron en mi hogar al enterarnos que mi vientre albergaba un crecimiento anormal. Un Tumor benigno, un Teratoma, o sea, un Tumor Monstruoso (Teratos, del griego, monstruoso). Un monstruo. Al investigar un poco más a fondo, resultó ser que este tipo de tumor crece en los ovarios a partir de células que contienen todas las posibilidades de formar un ser humano y, por ende, todos los tejidos en potencia. También descubrí que se desarrollan mayormente en mujeres en edad gestativa que han sufrido alguna pérdida significativa de algún hijo o su equivalente. También aprendí con bastante asombro el macabro hecho de que la iglesia católica los hacía bautizar en una época, por suerte ya pasada.

En todo caso, me encontré enumerando aquellas pérdidas a las que pudiera considerar como hijos... aquel Ser cuyo nacimiento impedí, esa maternidad que rechacé hace ya más de quince años... Aquella gata que dejé atrás cuando me fui a estudiar y que ya no estuvo más para recibirme a mi regreso... Aquella sobrina que vi nacer y a quien no pude atestiguar su crecimiento tan de cerca como me hubiera gustado, pero que resultó ser más parecida a mí que a su propia madre... Aquella perrita adoptada como hija, la primera con la que conviví en mi vida, y cuya condición de cuidado me enseñó el sacrificio y la atención hacia alguien dependiente de una madre y a quien la misma condición nos arrebató demasiado temprano... Aquella presentación no concretada... Aquel curso no propuesto... Aquel proyecto artístico y educativo soñado, pospuesto... En fin... Tantos hijos abandonados, perdidos, postergados...

Aparecieron también otras sombras... las violencias tan temidas y negadas. La violencia intrínseca, la pequeña y gran violencia. La muerte, la lanza... La palabra punzante, gritada. El animal hermano comido, sacrificado, desangrado, ofrendado a cambio de algo. El hijo o hija negado, negada, muerta, quirúrgicamente extirpado, extirpada. La suegra maltratada sutilmente, el cuñado argumentado vehementemente, la sobrina ignorada porque era más importante la conversación adulta... El mal genio... porque tenía hambre, la rebeldía contra el padre.

Observé también pequeñas pero consistentes micro-violencias hacia mí misma... la violenta ansiedad que me lleva a rasgar y morder la piel de mis propios dedos, que lleva mis dedos a agredir la piel de mi rostro en presencia de cualquier imperfección, de cualquier grano, la violenta exigencia que me lleva a aparentar, a tensionar mi cuerpo, a esconder la panza, a buscar encajar...

También apareció, con la alusión y el recuerdo de una cesárea y de un parto, la violencia de mi propio nacimiento. Aquél pacto violento que ya tenía pautado con todos los participantes que se encargaron de constelar el dramático y extremo evento de mi llegada a este plano. La violencia inconsciente de mi madre hacia sí misma, la violencia de la enfermera que no le creyó que estaba de parto, la violencia de quienes le advirtieron que la cesárea sería sin anestesia, la violencia con la que finalmente sí se la pusieron. La violencia de no poder tocarme por la infección que violentamente le recorría todo su cuerpo... ¡Cuánta violencia tendría yo que traer a cuestas, cuánta violencia tendría que haber generado antes de venir para inaugurar con semejante llegada esta oportunidad!

Seminario de Movimiento Auténtico mediante, aparecieron violencias y sombras esbozadas, pero no hechas conscientes aún, sospechadas, pero no reconocidas como tal. Aparecieron sombras... que abrazar y amar.

Todas esas muertes y esas vidas, con toda esa urgencia, me levanté un día con ganas de danzarlas, sin saberlo. Un día de esos en que la suegra llega sin anunciarse y yo lo que tenía eran ganas de encerrarme. Uno de esos días en que la violencia se agolpaba dentro mío y no estaba para recibir a nadie... Total, la visita no es para mí, es para otra, la que me soporta y me acompaña... la que sí está para desayunar con alguien. Yo no, yo necesito silencio. Danza. No lo sabía, pero lo que necesitaba era moverme. Conmigo misma, seguir mis pasos. Liberar toda mi energía y sudar. Escucharme, escuchar a mi cuerpo en movimiento expresarse. Liberar-Se. Ser.

Entonces mi testigo fue la cámara. Muchas veces, en ausencia de un testigo humano, la cámara me sirve de cómplice, de testigo presente y futuro, de conciencia de un testigo interno... hasta que llegue el externo.

Ese día también la música me acompañaba. Los vecinos decidieron compartir su música fuerte con todo el vecindario y para acallar y contrarrestar, decidí danzar con música. La música instrumental que me inspira y me estimula... Una música de un quinteto londinense que conocí en una caminata sola por la rivera del Rió Támesis... durante el tiempo en que estudiaba sobre danza e improvisación y expresión. Años antes de habitar en la calle bonairense cuyo nombre es también el de ese Río. Thames. La cosa es que esa música me sirvió para liberar con movimientos frenéticos y enérgicos toda la violencia que tenía contenida, toda la desesperación que no encontraba causa... Todo lo que necesitaba salir de mí para no contaminarme.

Esperó pacientemente mi Sombra a que yo la mire, la ame, la acepte, la asimile, que la pudiera colorear... enmarcar, danzar, editar, significar. Una noche mi compañera me soñó y me contó por la mañana su sueño. En él me decía que no me preocupara, que siguiera trabajando en el video aunque me llevara años completarlo... y así fue. Me llevó lo que un parto. Y más. Varios partos... en uno.

En los días de recuperación de aquella, la mayor violencia que recordaba haber vivido... Luego de sentir que manos ajenas se adentraban en mis entrañas y las revolcaban al ritmo de una música absurda que inundaba aquella fría y redonda sala, luego del dolor más intenso del que tenga memoria, mientras mi familia y mi compañera eterna no podían hacer más que compadecerse de mis caras retorcidas de angustia y dolor indescriptible, que oscilaba entre el dolor intenso y el insoportable... Luego de vivir y abrazar todo aquello, todo ese dolor pactado, como dije antes, todo ese dolor ganado y negociado con tantas y tan antiguas y olvidadas, entrañables y entrañadas violencias, mis pasados, mi pasado, mi violencia... engendrada más allá de mi memoria... Luego de intentar asimilar tanto dolor, dolor de parto. Dolor violento. Parto tan largo. Dolor interno y omnipresente.... Tanto.

Luego de tanto, fui editando... amalgamando... incorporando la danza del pasado, tan y tan rápida, pasado tan frenético, tan turbulento... a la pausa obligada, a la calma de la cámara lenta, al lento regreso del dolor a la caminata, del dolor a la respiración, del ardor de la herida al calor del agua tibia del baño diario, al reto diario del amor... La caminata lenta, lentísima hasta la esquina del parque, el lento caminar hacia mí misma, sentada en el medio del pasto, o regando pausadamente las plantas. La lectura calma del libro postergado... La vuelta cálida a la imagen de la Sombra danzada, la colorida sombra, ahora habitada.

Fue todo esto, entonces, lo que terminó siendo el contenido que rellenaba la silueta aquella, aquella que esperaba que le dieran forma y sentido... Y aquella danza frenética contenida en la silueta fue viajando sin que yo me diera cuenta, sin que lo planificara de esa manera, desde la cabeza en tonos fríos hasta cubrir la sombra entera de color sangre menstrual o parturriento hasta, finalmente, encontrar su paz y su hogar en el centro de mi pecho rosado, en una ventana abierta entre el pecho y la garganta, hasta convertirse, por fin, en la Danza de mi Corazón. Aparecieron capas superpuestas, multiplicidades, profundidades de la Sombra. Y apareció el sentido de tanta espera....

Fue así, con todo el tiempo y la paciencia del mundo, con el tiempo propio de quien no sabe cuánto toma la gestación y el parto del hijo que aún no se conoce... cuánto toma el viaje del monstruo para convertirse en hijo... el viaje de la Sombra para ser amada... Fue así como DanzaSombra se convirtió en el hijo artístico parido después de años de comenzar a existir y gestarse, el hijo parido de la liberación que me produjo el someterme un 31 de octubre a una cesárea sin parto, o, mejor dicho, el parto por cesárea de un hijo monstruo, de los que no crecen ni se acarician, pero que sí se pueden convertir en obras de amorosas danzas, de violencia, vida, muerte, arte... monstruos que se pueden convertir en caminos curvilíneos que van desde la violencia de la mente hasta el amor del cuerpo y del corazón y de la danza... hijos paridos en conjunto con Amores, compañeras de vida que participan sabiendo y sin saberlo... de los partos, las gestaciones, las liberaciones, y que son testigos y también Madres de todos ellos... Siglos y siglos de violencias y Testigos... y de Amores.

Y fue así el viaje desde la silueta gris a los colores, de la sombra incierta y desconocida, a monstruo incierto y desconocido, pero contenido adentro, de monstruo a hijo añorado, perdido, extraviado y encontrado, a expresión que toma forma y movimiento, hasta convertirse en Universo, en DanzaSombra, en Sentimiento. De Monstruo Amado y despedido, a Hijo Arte recién llegado. Recién parido. Bienvenido seas. Gracias.

DanzaSombra (videodanza de Carla Godreau)

martes, 6 de junio de 2017

Propuesta: Laboratorio de Movimiento

PROPUESTA
Laboratorio de Improvisación: Una Exploración del Ser
a través del Cuerpo en Movimiento
...

Desde la China y la India, hasta los Nativos de nuestras Tierras y, más recientemente, algunos científicos aseguran, todos, que lo esencial nos rodea, invisible, y que se encuentra allí, en el vacío, la respuesta de toda pregunta, la fuente de toda luz y de toda información y que es ésta, precisamente, la que da forma y existencia al cuerpo que experimentamos como físico, al mundo material. Poder acceder a esa información impresa en el vacío de la Totalidad y crear una resonancia con dicha información, nos puede acercar a una re-integración de nosotres mismes con dicha Totalidad o, al menos, recuperar una perdida comunicación con Ella.

Estamos en tiempos en los que comenzamos a buscar ávidamente alternativas coherentes al paradigma de desbalance en cuanto a la energía material que experimentamos como sociedad humana, y recuperar la esencia, lo esencial, que es el mundo emocional, intuitivo y simbólico con toda su sabiduría y creatividad. Deseamos cumplir nuestra Misión Sagrada: avanzar evolutivamente en consciencia y en experiencia, para poder vivenciar la divinidad que en realidad somos, en pleno plano terrestre, físico, tridimensional. Se hace necesario reaprender, desaprender lo conocido y entrenar capacidades reunificadoras de la Consciencia y del Ser.

Nuestra intuición (y muches otres maestres a lo largo de los siglos) nos apunta a que la respuesta está en nosotres mismes, no afuera. Nuestro propio Ser es la vastedad infinita incognocible que, aunque parezca paradójico, tenemos la tarea, deber y responsabilidad de estudiar y explorar lo más que podamos hasta llegar a asimilar esa vastedad. A pesar de que intuimos esto, muchas veces no llegamos a hacer el tiempo y el silencio para detenerse a escuchar y a estudiarse, debido a múltiples distracciones que hemos diseñado, sin necesariamente ser conscientes de ello.

Por eso, este espacio de trabajo consiste, más que nada, en hacer silencio interno y escuchar atentes a nosotres mismes, a ese vacío que nos abarca y atraviesa, para recibir la información que nos ofrece. En la atención a impulsos de movimiento, imágenes, sensaciones, se da la exploración de la interacción entre la información que nos ofrece nuestro Ser –cuerpo, mente, sentimientos, intuición-, y la de nuestro entorno, observando sin juzgar lo que esta interacción provoca.

Buscamos amplificar nuestra atención, tanto interna –de nuestras sensaciones, pensamientos, emociones, sentimientos-, como externa, de los estímulos del mundo que nos rodea. Al amplificar la atención y, por ende, la conciencia, el mundo y el propio Ser se van revelando en su complejidad  psíquica y material, y la información proveniente del Ser (lo que Jung llamó el ‘Self’, ‘Sí Mismo’, con letra mayúscula), va recobrando todo su valor sagrado como Verdad. Esta práctica nos puede llevar a un reconexión con el propósito intrínseco de nuestro aparato evolutivo, buscando aprovechar y optimizar las herramientas o recursos con los que hemos llegado a este estadío, y que no se encuentran en su máximo esplendor debido a infinitas y múltiples distracciones y “ataponamientos” mentales y energéticos en los que no vale la pena ahondar, pero que incluyen todos los ámbitos, físico, mental, emocional y espiritual.

Para esto es útil conocer, así sea a nivel básico, nuestro propio cuerpo, su funcionamiento y su empleo eficiente, empezando a concienciarnos del cómo hacemos uso del mismo, su energía y sus recursos. Una vez puesta allí la conciencia, podemos pasar a recibir los estímulos internos y externos y a registrar sensaciones, pensamientos, emociones ante ellos, así como nuestras asociaciones e hilos conductores. Así, podemos regresar una y otra vez con nuestra atención y experiencia subjetiva, a este intercambio constante entre la información recibida y su respuesta. Nos podemos hacer conscientes del constante flujo y reflujo de información entre nuestra propia conciencia y la del vacío, entre nuestra experiencia y la del entorno, entre nuestra experiencia del entorno y lo que aportamos, mediante nuestra (re)acción o respuesta. Volvemos una y otra vez de la identificación de esta información, a la disponibilidad del cuerpo en conciencia para experimentarla. Una práctica de creación y observación creativa, para tomar conciencia de nuestro lugar e inherencia Aquí y Ahora y en todo momento en el Universo.

Proponemos tomarnos un tiempo-espacio para disminuir los estímulos externos que dictan nuestro accionar, así como las ideas y juicios que determinan desde la mente y el raciocinio lo que es “preferible” o “mejor”, para dejarnos guiar y actuar por el sentir y la conciencia. Si hacemos silencio y nos damos la libertad de observar y experimentar lo que nos traiga el momento presente, en presencia y atención, nos pondremos en contacto con una Verdad que es propia y particular, pero universal al mismo tiempo. La Verdad del Ser. Esto puede parecer una obviedad, pero estamos tan acostumbrades a reaccionar a estímulos externos, respondiendo mentalmente desde el juicio o la exigencia para accionar en consecuencia, que debemos reentrenarnos y reeducarnos en nuestro hábitos perceptivos y nuestros mecanimos inconscientes, para volver a sentir y escuchar lo que determina nuestro propio Ser, nuestra propia Sabiduría, nuestro propia comunicación y contacto con la Fuente, con la Verdad.

Poniendo a la mente al servicio del Ser, y regresando a nuestro tiempo interno, escuchando el Tiempo Natural, podemos vivenciar el presente como la totalidad del tiempo, como la espiral de la que nos hablan, tanto las ciencias, como las Culturas Originarias.

Tomamos como ejemplo las culturas que viven en armonía con la Naturaleza, donde se conserva una relación directa con el medio natural, una noción viva y cotidiana de lo Sagrado, y se viven también prácticas corporales, emocionales, psíquicas más saludables que las que practicamos quienes hemos perdido, gracias a la “Civilización”, dicha conexión. La cultura africana bosquímana, los pueblos amazónicos, los aborígenes australes y los Maorí, son perfectos ejemplos de civilizaciones que no precisan abusar de su entorno ni exigirse a sí mismes el desnaturalizarse para satisfacer una creencia o una idea de “éxito” o de “lo correcto”. En algunos pueblos africanos, la danza está completamente integrada a la vida cotidiana y esto les ofrece un vínculo particular con la Tierra, con la alegría de vivir y de moverse, con la celebración de la vida en agradecimiento perpetuo y, también, con el uso de ambos hemisferios del cerebro y el sistema neuronal del corazón.

Proponemos, pues, echar mano de varias prácticas y disciplinas de exploración corporales y creativas, combinándolas, para fomentar esta Tarea Evolutiva. Ejercicios y desafíos nos darán pie y pauta para la exploración, así como el espacio del silencio y la libertad total de la no consigna para que emerja aquello que sea necesario observar y reconocer, para poder integrarlo con amor. El conjunto de estas prácticas combinadas, nos va entrenando y rehabituando para, eventualmente, comprender y vivenciar cabalmente la totalidad de lo que implica esta experiencia, aún estando (aparentemente) limitados por nuestra percepción física sensorial o por nuestro momento evolutivo o intelectual.

Desde la perspectiva de la anatomía funcional y de la Técnica Alexander, partiremos por explorar el concepto del menor esfuerzo y la práctica de la atención plena a las direcciones en las que naturalmente se organiza nuestro esqueleto, para llegar al uso eficiente de nuestro aparato físico, según su perfecto balance. Experiencias de senso-percepción ayudarán a tomar registro y conciencia de la relación de las diferentes partes de nuestro cuerpo entre sí y cómo esta atención puede llegar a revelar bloqueos y hábitos inconscientes y destapar trabas energéticas o psíquicas alojadas en el cuerpo.

Principios de la Técnica Alexander proponen una escucha y atención, una conciencia a la estructura ósea y funcional del cuerpo, interfiriendo lo menos posible a través de nuestros hábitos, nuestras falsas nociones de comodidad y descanso, nuestra avidez de control y apego a lo conocido, así como nuestras habituales “ganas de hacer” en lugar del “dejar ocurrir”. Sin esta distracción, se le puede permitir al cuerpo ampliar, a su vez, el espectro de posibilidades de movimiento. Al permitir el libre fluir de la energía corporal, del oxígeno, podemos regresar la atención a la experiencia del sentir, atestiguando, en lugar de imponer la voluntad, juicio o dictámenes que provienen del Ego. 

El movimiento, al improvisar, puede ser una experiencia de conciencia interna de las sensaciones, o puede girar en torno a lo expresivo, a la forma en que contenidos afectivos se expresan formalmente a través del cuerpo y sus posibilidades. Desde la práctica de improvisación en danza, propondremos estímulos y ejercicios para la recuperación de la comunicación cuerpo-mente en conciencia. Juegos y consignas, así como estímulos sensoriales (como la música) y conceptuales (como la geometría espacial), nos acompañarán y asistirán en la práctica de la comunicación entre la acción corporal, las sensaciones, la conciencia y la mente, y nos ayudarán a salir de nuestras zonas de confort y patrones habituales recurrentes que nos automatizan.

Crearemos también un espacio para cerrar los ojos, hacer silencio interno y fluir en la propia escucha, y dejar surgir el lenguaje de nuestro cuerpo y sus mensajes, utilizando la premisa del Movimiento Auténtico. Dejarnos mover por nuestro Ser, sin intervenir desde la mente o el ego con nuestros juicios y exigencias, va permitiendo que nos conozcamos mejor internamente, hallando preguntas, inquietudes, sentires y percepciones, que van encontrando su expresión y sus respuestas, mediante imágenes, movimientos, símbolos e intuiciones, que van emergiendo, dando forma a nuestra Propia Danza. En un entorno de respeto y cuidado ante el carácter sagrado de estas particulares y únicas danzas, nos valdremos, pues, de la vertiente junguiana de la Danza/Movimiento Terapia, también conocida como Imaginación Activa en Movimiento, para entablar ese valioso diálogo con nosotres mismes y la Totalidad, esa comunicación entre el ego consciente y nuestro Yo Superior, que se expresa y revela con su danza, para poder integrar su Sabiduría.

Buscaremos explorar esos intercambios entre los estímulos externos y los internos, así como desarrollar la vivencia y referencia de nuestro propio Observador Consciente, nuestro Testigo Interno que nos trae dicha consciencia de la vivencia, sin juicio ni exigencia, o, como di¡ría Mary Whitehouse, "sin orgullo ni vergüenza", y sí con respeto, aprecio, curiosidad, humildad, agradecimiento, escucha atenta y amorosa.

Esta práctica fue concebida con la presencia de la mirada de un/a testigo que cuida, tanto física como psíquicamente, de quien experimenta la exploración en el espacio, mediante la quietud o el movimiento, con sus ojos cerrados. Ese testigo está ahí incondicionalmente, como referente al que regresar luego de la exploración y como anclaje seguro que permite ahondar y bucear sin miedo en las profundidades del Ser. Esto contribuye al desarrollo de una mirada propia interna igualmente amorosa, de aceptación e integración de la totalidad del Ser, en su Luz y en sus Sombras. Amar la totalidad del Ser, amar la Sombra, integra las polaridades y permite trascenderlas, ubicándonos en esa Conciencia Superior de la Totalidad. Aquél o aquella que percibe el Ying Yang en su totalidad, es quien entra en la Conciencia Fractal Holográfica Infinita del Universo y, por ende, de su propia multidimensionalidad.

El conjunto de estas prácticas en el contexto de un laboratorio abierto de exploración, van dirigidas a dejar de un lado la comprensión intelectual o filosófica de la realidad y entrar en la experiencia vivida y sentida de la misma, para reconectar con la Sabiduría Creativa Intrínseca del Universo, la cual también nos pertenece y es, como he dicho anteriormente, nuestra la responsabilidad el recuperarla. Para esto es necesario prolongar en el tiempo la práctica, la experiencia repetida y periódica de estas instancias, para incorporarlas gradualmente a nuestro cotidiano funcionar y desaprender las que nos mantienen en la mente, el juicio y el pensamiento circular, para ir moviéndonos hacia la atención plena y respetuosa del Ser.

Después de cada experiencia, plasmaremos nuestros hallazgos en color, arcilla o sonido y compartiremos (si así lo deseamos), nuestros sentires y creaciones, que nos servirán para honrar, recordar y revisitar lo descubierto, para luego seguir asimilándolo, visitándolo, redescubriéndolo y re-significándolo a la luz de nuevos aprendizajes.



Mi experiencia con Movimiento Auténtico

A manera de Apéndice, comparto algunos escritos y reflexiones que han emergido luego de experiencias de Movimiento Auténtico con la Maestra Karin Fleischer, para dar una idea de lo que he experimentado por medio de esta valiosa práctica asistida de auto-escucha y exploración del Ser.

03/2010
ir hacia dentro.
estar. y permanecer. escuchar. se. por dentro.

un espacio donde gritar o estar en silencio. donde esperar en silencio hasta que el grito aparezca si es necesario. y entonces, soltar. un silencio para que se manifieste la sombra, lo callado, lo silenciado, lo adentro. para q se sienta cómodo el introvertido, la introvertida, cómoda, y que no lo invade el grito extrovertido porque éste no le exige el suyo propio. donde nadie se manda a callar. ni se obliga a gritar para aliviar la ansiedad que pueden causar las diferencias. donde la ansiedad que puede causar las diferencias se revierte y regresa como por obra de un espejo interno que nos obliga a mirarnos desde adentro hacia dentro y allí permanecer. y urgar. y atestiguar. simplemente porque lo hacemos tan poco habitualmente que verdaderamente hay que separar un espacio para hacerlo. para escuchar. y escuchar. y escucharse.

he aquí la imagen que me evoca el ombligo/espiral. siendo un espiral que rota hacia la izquierda, en contra de las manecillas del reloj. es el descenso al inconsciente desde el punto físico originario y nodal, nuestra conexión primaria a la vida, nuestro enchufe. con el afuera. pero sin saber realmente cuán profundo nos atraviesa. es un viaje hacia adentro desde el punto intermedio que es nuestra tripa externa. nuestra cicatriz fundacional. nuestro corte inaugural. nuestra exteriorización. nuestra externalización.

interpretando la experiencia humana como un constante intercambio, un diálogo entre esos dos mundos -el interno y el externo- exactamente igual que una membrana celular semipermeable, que la piel... este es un espacio para la coexistencia y el reconocimiento mutuo entre la punta del iceberg y nuestra infinita interioridad.

02/05/2014
trama que me lleva a lo antiguo y me mueve
movimientos que existen desde siempre, pero solos
necesidad del grupo y nadar en él
voz
arcilla

16/05/2014
¿Cómo puedo acompañar desde mi Yo Soy? desde quien soy? ¿Cómo sentirme completamente? ¿Cómo basta con existir y observar? Voz interna: “Lo estás haciendo bien.”
La fascinación de la lentitud e intensidad de los movimientos me da una sensación de sentido, propósito, interés inmensa.
Gestos de las manos/brazos primero
recorrido/viaje…
celaje
acariciando su aura
después, conversación congelada pero muy activa e intensa.
Mano/brazo  //  Pie/pierna
juego
placer
manos/brazos se extienden al infinito.
atención.
recibir el Sol, manos.
ovillo = descanso / esconderse

27/06/2014
mi espacio
mi viaje
mi búsqueda
mi quién soy
soy un fuego
soy un sol
llevo al sol en mí
soy quien soy
soy como soy
me busco
me encuentro
me sé
me amo
cómo sanar

07/2014
El Movimiento Auténtico me permite integrar todas mis partes. Al permitirle a mi cuerpo y mente que vayan donde necesiten, la sensación indica a dónde ir y el resto se acomoda. No recuerdo qué pensé pero algo que hice me provocó liberar la energía por la columna para salir o destaparse. Así pude sentir el efecto de lo uno sobre lo otro, sobre el todo.

12/2014
Primera sensación: dolor de panza. Escucho qué quiere en vez de ahuyentarlo. Me mueve. Diversidad y actividad plena. Dibujo y pinto en el aire a mi alrededor. Me busco cobijar en un solo almohadoncito, luego en 2. Logro el ovillo con las manos en los ojos. Sigo y llego a sentarme. Boca se abre y cabeza cae como un pajarito bebé, luego un rayo de luz sale por mi boca. Me retuerzo, hago caras. Todo lo que hablé en mi cabeza aún…. Rolo con placer y llego al descanso. Me quedo ahí y converso amplia y cómodamente. Suena la campana y siento “pero qué completo!”. Siento tranquilidad, agradecimiento y satisfacción. Pinto largo rato en la hoja gigante. Todo es muy elocuente. Que siga el trabajo!

“Yo soy aquella que conoce el espiral y sus opuestos. Y que busca en su hambre y en su frío la raíz de su respuesta. Soy la que acepta el color sin forma y lo transforma en algo, y escucha el lenguaje de su cuerpo en movimiento atentamente y su descanso. El espiral me lleva hacia mí misma y mi cuerpo me cuenta lo que siento.”

05/2015
Un cuerpo que hace lo que necesita sin que mi mente lo comprenda. Una mente que intenta comprender que la conciencia va más allá de la mente. Un Ser que se experimenta a sí mismo, sin entender bien en qué consiste la experiencia. Un yo que no sabe bien dónde termina porque se da cuenta de que su cuerpo no lo determina. Un cuerpo que encarna pensamientos, emociones, sentimientos a través de sensaciones recuerdos que no tienen tiempo ni mente. Yo soy yo y dónde está mi mente? Y el ojo de mi mente? Qué cosa es mi psique y dónde está en el tiempo/espacio realidad incognoscible. Mi cuerpo baila y mi mente observa, mi yo percibe, mi Ser Total me abarca, pero yo no lo abarco a él con mi conciencia… aún.”

La mente está en la percepción, la conciencia va más allá.
La conciencia está en el infinito que hay entre los filamentos que conforman mi cuerpo, en la singularidad infinita de cada fractal. Llego a tener conciencia de ello y de cada fractal de existencia/no existencia que es el primer Ying Yang. La conciencia está por afuera del espacio/tiempo.

¿Quién soy? ¿A qué me refiero cuando digo ‘Yo’? ¿Quién me escucha pensar y quién me observa accionar? ¿Qué piensa de mí ese Yo Interno? ¿Qué siente? ¿Quién siente eso que siente?

10/2015
No existe otro lugar momento como este.
Soy plena y completamente y me escucho.
Sensación de total claridad, no intelectual
completamente opuesta a cómo vine.
Implulsos = Raíces
La mano izquierda acaricia dulce el lado derecho de la cara.
ESPIRALES ascendentes.
El ESPACIO es mi testigo.
Corazón a Corazones.
Tristeza = Planeta Tierra -  Me la arranco del pecho.
Contacto con otras…
POSICIÓN ABIERTA
con una láser en la mano… dibujo.


miércoles, 17 de febrero de 2016

ombligoespiral : Movimiento Auténtico

19/03/2010

ir hacia dentro.
estar. y permanecer. escuchar. se. por dentro.

un espacio donde gritar o estar en silencio. donde esperar en silencio hasta que el grito aparezca si es necesario. y entonces, soltar. un silencio para que se manifieste la sombra, lo callado, lo silenciado, lo adentro. para q se sienta cómodo el introvertido, la introvertida, cómoda, y que no lo invade el grito extrovertido porque éste no le exige el suyo propio. donde nadie se manda a callar. ni se obliga a gritar para aliviar la ansiedad que pueden causar las diferencias. donde la ansiedad que puede causar las diferencias se revierte y regresa como por obra de un espejo interno que nos obliga a mirarnos desde adentro hacia dentro y allí permanecer. y urgar. y atestiguar. simplemente porque lo hacemos tan poco habitualmente que verdaderamente hay que separar un espacio para hacerlo. para escuchar. y escuchar. y escucharse.

he aquí la imagen que me evoca el ombligoespiral. siendo un espiral que rota hacia la izquierda, en contra de las manecillas del reloj. es el descenso al inconsciente desde el punto físico originario y nodal, nuestra conexión primaria a la vida, nuestro enchufe. con el afuera. pero sin saber realmente cuán profundo nos atraviesa. es un viaje hacia adentro desde el punto intermedio que es nuestra tripa externa. nuestra cicatriz fundacional. nuestro corte inaugural. nuestra exteriorización. nuestra externalización.

interpretando la experiencia humana como un constante intercambio, un diálogo entre esos dos mundos -el interno y el externo- exactamente igual que una membrana celular semipermeable, que la piel... este es un espacio para la coexistencia y el reconocimiento mutuo entre la punta del iceberg y nuestra infinita interioridad.



martes, 10 de mayo de 2011

La Improvisación y la Técnica Alexander

El movimiento al improvisar, puede ser una experiencia sensorial, de conciencia interna de las sensaciones o puede girar en torno a lo expresivo, a la forma en que contenidos afectivos se expresan formalmente a través del cuerpo y sus posibilidades. La Técnica Matías Alexander propone una escucha y atención, una conciencia a la estructura ósea y funcional del cuerpo, de manera que su uso se pueda hacer de la manera más eficiente, interfiriendo lo menos posible a través de nuestros hábitos, nuestras falsas nociones de comodidad y descanso, nuestra avidez de control y apego a lo conocido, así como nuestras habituales "ganas de hacer" en lugar del "dejar ocurrir". Posibilita el conocer el funcionamiento natural de la estructura arquitectónica y el desafío físico que plantea la bipedestación, el mantenerse de pie, para el ser humano.

Esto tiene implicancias tanto estructurales en la técnica de movimiento, como de nuestro haber en todos los ámbitos de nuestra vida, así como todo el trabajo que se hace con el cuerpo como foco central de integración.

Danza Movimiento Terapia



Desde los albores de la humanidad, la danza ha servido para agradecer, celebrar y honrar la vida y la maravilla de experimentar los ritmos que la rigen, así como para pedir por lo que es necesario para continuar viviendo. Para nosotros, el bailar sigue siendo una expresión de sentimientos, una fuente de placer y una manera de disfrutar el tener un cuerpo capaz de desplazarse y coordinarse al compás de algún ritmo que nos alegre o nos emocione. Pero en la búsqueda de nuestra propia danza, podemos acceder a aquello que está escondido en lo más profundo de nuestro ser y que está almacenado en nuestro único instrumento con el que vivir, que es nuestro cuerpo. Y el cuerpo entendido como una totallidad que alberga nuestra consciencia, nuestra mente y nuestros sentimientos.

Tal y como dice Hilda Wengrower, “bailar tiene un aspecto catártico de liberación y alivio, y por sí solo es positivo, pero no es suficiente para curar. En danzaterapia queremos conocer las razones que nos llevan a necesitar una catarsis, vamos un poco más lejos.

“Los danzaterapeutas establecen con su paciente lo que denominan un diálogo kinestésico, y son capaces de diagnosticarlo observando su contracción muscular, respiración, ritmo, postura y forma de moverse… Las emociones son siempre corporales”, dice Wengrower.

 La danzaterapia trae consigo la posibilidad de escucharnos y reconocernos en tanto entidad total, es decir, un cuerpo que siente, se mueve y reconoce aquello que le ocurre como parte de su vivencia. Nuestra experiencia en este mundo ocurre a través del cuerpo, de los sentidos y de la química de las emociones -aquello que nos provoca lo que percibimos y experimentamos. Danzar es un momento de estar y ser completo, donde se unen la libertad de experimentar sin juicios lo que nos ocurre, y el disfrute de podernos mover al compás de lo que sentimos y necesitamos. Se trata de tomarnos un momento para escucharnos y darle un lugar a aquello que necesita ser expresado sin juicios ni restricciones. Una oportunidad para que se manifiesten todos los aspectos de nuestro ser físico, psíquico y emocional.

Una de las pioneras de este arte de la curación por medio de la danza, Trudi Schoop, recalcaba también el aspecto espiritual y trascendental del danzar. Lo relacionaba sí con lo personal, con el propio ritmo y la expresión personal, pero reconocía que en cada danza se encerraba también la danza eterna, en cada danza, todas las danzas danzadas y por danzar. El movimiento nos conecta con lo atemporal, nos inserta en el tiempo / no tiempo que nos conecta, a su vez, con lo etéreo, lo efímero, con el presente. Esa conexión fundamental entre lo que Jung llamaría el Sí mismo o la Totalidad y el Ego (o sí mismo, con ‘s’ minúscula), nos ayuda a encontrar nuestro lugar y propósito en el Universo. La danza es un vehículo para dicha conexión, ya que posibilita que surja el lenguaje simbólico del cuerpo y le comunique valiosa información a nuestra consciencia, a nuestro yo que observa, maravillado, cuando se permite el “ser movido” por fuerzas que emergen de esa fuente universal y eterna, esa totalidad del Ser. Como lo expresó otra pionera danzaterapeuta, Mary Whitehouse, no es lo mismo moverse desde la voluntad que permitirse ser movido por eso que surge inevitable, irrepetible, autétnico. Y es allí donde comenzamos a indagar en nuestra propia existencia, a conocernos más y a poco a poco, aprender a aceptarnos y a integrar todos los complejos aspectos que componen el ser.

Comparto la visión y las palabras de Diana Fischman, maestra danza movimiento terapeuta, quien postula que:

“La danzaterapia propone conocernos como seres de la naturaleza, participantes conscientes o inconscientes de los ritmos biológicos, del ritual social, comunitario, de la danza cósmica. Reencontrar el espíritu holístico, perdido con la modernidad, que en su afán de pura objetividad y búsqueda de certezas, separó la mente del cuerpo, lo natural de lo cultural, lo individual de lo social, lo racional y lo emocional, lo subjetivo de lo objetivo, hasta el punto de generar una oposición en la que sólo un aspecto de la polaridad tenía sentido, mientras que el otro era segregado, desconocido, postergado.

“En un camino que pretende juntar lo separado, reintegrar la polaridad escondida, las danzaterapeutas intentan llenar de sentido los movimientos mecánicos del cuerpo concebido como máquina. Buscan reencontrarse con el cuerpo sensible, que conoce y recuerda. El cuerpo en movimiento. El cuerpo que danza la vida.

“La Danzaterapia nos posibilita conectarnos con nuestra memoria corporal, desbloqueando los afectos retenidos, congelados que fueron reprimidos, dándoles una nueva oportunidad creativa de ser, descubrir nuevas perspectivas y espacios, a la vez que de integrarse al resto de nuestra personalidad para disponer de ellos, de su energía para nuestra vida cotidiana co-creándonos en el devenir de un contexto participativo.”

Se trata, pues, de una invitación a conocerse a sí mismo a través del cuerpo, su información y su lenguaje y de la posibilidad de dejar que exprese lo que las palabras a menudo no pueden, donde se permite la ambigüedad, el no saber, lo primordial, y lo sublime. Invitaremos a la palabra, sí, a que acompañe, pero no rija ni restrinja nuestra necesidad expresiva, psíquica y emocional. No hace falta tener experiencia previa en danza para participar de las sesiones de Danza Movimiento Terapia. Todos podemos (y debemos, por nuestro bien) bailar y encontrarle el sentido al movimiento, encontrar nuestra propia danza.


Mi experiencia con la Improvisación de Movimiento: Algunas reflexiones

El llevar la mente, el pensamiento a la estructura del cuerpo en diálogo con la gravedad, o sea, a lo puramente físico espacial, permite a la mente unirse con el cuerpo y soltar el Yo regulador, o sea, el juicio, y por ende, el estancamiento, la "represa" de energía vital (libidinal) -tal y como postula la bioenergética-. Lo que proporciona la Técnica Matías Alexander es la posibilidad de aplicarlo en la vida diaria, de llevarse aquello como adquirido, la posibilidad de tornar su pensamiento a la física pura y descansar ahí. Soltar el miedo, el juicio, la exigencia… tan sólo hay que permanecer erguido, sintiendo la maravilla de la arquitectura que desafía la gravedad, y tratando de interferir lo menos posible con el fluir, puede ser un estado mental… o un lugar al que recurrir, ya que, después, al tener ese lugar perceptivo, esa experiencia de experienciar el cuerpo, se puede regresar siempre a él como punto de partida y referencia.

Al utilizar esta sensación como guía para improvisar, la danza se despoja de toda emoción o mensaje, ya que la danza se convierte en una exploración en sí misma para el danzante, en el fin último de la experiencia, en la pregunta, en el ir descubriendo el cómo se siente, cómo se sienten los músculos, la estructura y el peso de mi cuerpo si lo pongo a jugar con el balance de tal o cual manera. Y esta exploración es posible en todo momento, en cualquier posición, especialmente de pie, donde hay la menor cantidad de puntos de contacto con el suelo y se tienen todos que negociar para sostener la totalidad del peso del cuerpo.

Esta exploración deja de lado la posibilidad o el aspecto comunicativo, expresivo, semántico del movimiento. No se toma en cuenta, al menos de la parte del artista. No forma parte de la intención del artista el comunicar algo, sino el compartir una experiencia de búsqueda de la sensación, de curiosidad. Con esta premisa, lo que se busca, pues, es la experiencia compartida del espectador y el danzante, por un lado, de observar a otro ser humano con su misma estructura física básica experimentar con su forma de estar en el espacio, ocasionándole el mismo sentido de curiosidad, la misma sensación de búsqueda que experimenta el improvisador por el otro, sobre todo si este sabe que se trata de una improvisación y que el improvisador le está compartiendo su búsqueda, haciéndole partícipe.

A veces, esa experimentación puede estar comentada por el artista, lo cual suele tornarse bastante cómico, ya que las impresiones de sorpresa o confusión o emoción de una persona que busca cómo usar su cuerpo en el espacio pueden resultar a menudo situaciones ridículas o al menos raras, ya que se da el espacio para verdaderamente explotar y explorar hasta sus últimas consecuencias a la sensación… esta puede tornarse bizarra o inusual muy fácilmente (y suelen ser los momentos más interesantes) y la actitud y el comentario del artista pueden crear complicidad y comunicación en una situación que podría ser puramente de orden físico, como dijimos.

Esos son los parámetros y ese es el encuadre de un espectáculo de improvisación. En muchos casos, el mensaje o comentario o composición semántica libre a interpretarse (o más cerrada), puede estar dada por los otros elementos escénicos como vestuario, entorno, utilería, música o sonidos. En el caso de mi pieza de tesis, por ejemplo, una videodanza documentando improvisaciones en espacios urbanos, ese era el caso. Mis movimientos estaban afectados por el entorno, el vestuario, el contexto, pero básicamente mi técnica improvisatoria era de experimentación corporal y no de contenidos emocionales ni intelectuales ni estéticos explícitos. Estos fueron descubiertos mediante el análisis a posteriori del material y en ocasiones fueron pensados (con contenidos más o menos claros e intencionales) y otros fueron totalmente incidentales. aún queda muchísimo pietaje por interpretar.

La preferencia de tales o cuales sensaciones y la posibilidad o no de explorar la mayor cantidad de sensaciones posibles y calidades de movimiento, formas de mover el cuerpo, de jugar con él, con la gravedad, con el espacio y su estructura, ciertamente depende de la información psíquica y del desarrollo de cada cual. Desde la DMT se puede interpretar y se puede intentar llegar a que cualquiera tenga ganas de aventurarse hacia lo que no conoce, una vez se haya saciado de explorar lo que conoce y ama o tiene apego o costumbre en términos de su uso de su cuerpo, pero cultivando esa curiosidad por la sensación ya sea de lo conocido o de lo nuevo, o encontrando cosas nuevas en lo conocido y vise versa.

El experimentar observar a otro ser humano simplemente estando. sin ninguna exigencia, sin nada que hacer, ningún lugar al que ir… sólo estar.

Es bastante raro que una persona se permita experimentar que la energía y el movimiento fluyan libremente por la estructura de su cuerpo de cualquier manera que le plazca sin objetivo ulterior que el de experimentarlo.

Mientras se está y se experimenta, el pensamiento puede irse a cualquier lugar, manteniendo siempre la sensación activada. Obviamente el pensamiento estará de alguna manera ligado a las sensaciones que van provocando los movimientos, si bien esto ocurre a un nivel imperceptible o inconscienteSerá esta, precisamente, la base para la otra disciplina que me apasiona y a la que me llevó la búsqueda de la improvisación y el movimiento y el correlato con lo emocional, la Danza Movimiento Terapia, pero esto será tema para otra ocasión…